El propósito de los Acuerdos de Basilea, es la creación de un estándar internacional que sirva de referencia a los reguladores bancarios, con objeto de establecer los requerimientos de capital necesarios para asegurar la protección de las entidades frente a los riesgos financieros y operativos.
Entre los objetivos de estos acuerdos destacan:
- Afianzar la solidez y las garantías del sistema financiero mundial.
- Establecer unos nuevos mecanismos de cálculo para los requerimientos de capital y de recursos propios que se adapten mejor al nivel de riesgo real asumido por cada entidad.
- Ampliar el concepto de riesgo, que incluirá tanto el riesgo de crédito, como el riesgo de mercado y el riesgo operacional.
- Incentivar una mejor gestión de los riesgos por parte de las entidades.
- Fomentar una legislación uniforme para todos los países.
- Lograr una igualdad competitiva entre las entidades.
- Dotar de mayor protagonismo a los órganos supervisores.
- Fomentar la transparencia informativa tanto de los órganos supervisores, como de las propias entidades y de los clientes.
La recomendación más importante de Basilea III es elevar el core capital de un mínimo del 2% vigente a un 4,5%. Además, se añade un buffer o colchón de reservas del 2,5%.
Total, el banco tiene que tener un core capital del 7% del total de los activos ponderados por riesgo, y tiene de plazo para cumplir hasta 2019. Cada año hasta entonces tendrá que ir incrementando progresivamente su capital.
Este core capital se traduce en el denominado Tier 1, un ratio que mide la fortaleza de una entidad, y está compuesto por el capital básico, formado principalmente de acciones ordinarias y utilidades no distribuidas. Pero también puede incluir las participaciones preferentes perpetuas y otras inversiones del banco. Es aquí de donde sale el gran interés por estos instrumentos que “repentinamente” tienen todas las entidades españolas.
Encontramos entonces que el Ratio Tier 1 se puede incrementar de dos maneras: o mediante una ampliación de capital, o mediante la emisión de esas acciones o participaciones preferentes, para cumplir así con las recomendaciones de los acuerdos de Basilea.
Obviamente, la primera opción, la emisión de nuevas acciones, es la forma más genuina de incrementar la fortaleza de una entidad, una opción que, sin embargo, tiene un coste, porque diluye el beneficio y el dividendo por acción. Es por este motivo por el que desde que empezó la crisis, las entidades bancarias han vendido las participaciones preferentes de una forma cada vez más agresiva con una doble lectura: obtengo dinero, y encima mejoro los ratios de fortaleza de manera casi gratis (no se deben pagar dividendos a estas participaciones y la entidad no esta obligada a pagar su rendimiento.)
0 comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario/opinión sobre este contenido